jueves , diciembre 26 2024

El universo secreto de los brujos en el fútbol francés

Con seguridad, Cheick Issa agarra un trozo de corteza «contra el mal de ojo» y una botella con una poción amarillenta: «Es con lo que curo a este futbolista, que se lesiona en cada prueba importante con su club».

El deportista está «al límite» y «hace falta limpiar su suerte porque hay muchos celos en el fútbol».

Cheick Issa [nombre modificado] se presenta como «un curandero tradicional que ve el futuro y el pasado».

Un brujo, a pesar de que no le gusta esta descripción mancillada, según él, por los «charlatanes».

Futbolistas con problemas desfilan a menudo por su despacho en la región parisina, afirma a la AFP este franco-marfileño de 45 años.

Normalmente, la discreción es de rigor sobre estas prácticas.

Pero el ‘caso Paul Pogba’, que recientemente sacudió el mundo del fútbol en Francia, los expuso a la luz pública.

Secuestrado y víctima de una tentativa de extorsión en marzo de 2022, el célebre jugador francés de origen guineano cuenta haber sido acusado por familiares de haber pagado a un brujo para tirar hechizos a su compañero en la selección y estrella mundial Kylian Mbappé.

Paul Pogba, campeón del mundo junto a Mbappé en 2018, y el brujo lo negaron ante la justicia francesa, afirmando que las importantes donaciones del futbolista a su consejero especial estaban destinadas a «buenas acciones en África».

¿Pero estamos ante sanadores del alma o estafadores? ¿Quiénes son estos brujos «a medias despreciados, a medias temidos», según la expresión de la antropóloga Liliane Kuczynski?

La AFP ha investigado sobre este mundo muy cerrado en Francia, donde la creencia en los hechizos y en la brujería seduce a tres de cada diez personas, según un estudio del instituto de encuestas IFOP en 2020.

«UN DON»

Al ver a Cheick Issa en camiseta y vaqueros en la planta baja del inmueble donde se encuentra su gabinete, es imposible adivinar lo que hace este jefe de empresa en el sector del hogar.

Ya en su planta, recibe en su despacho vestido con un caftán, en una sala con decoración sobria.

«No creo en amuletos, creo en el Corán y en las plantas, eso es todo», declara.

Sobre el suelo hay una veintena de bolsas de plástico y botellas, sus herramientas de trabajo: cortezas de árbol que hervir contra «el mal de ojo» (a beber o verter en su baño), semillas que machacar «para mantener la suerte», pociones para «hacer brillar» al «político, jefe o abogado» que vienen a consultarlo «para ser queridos» y remedios para la «potencia sexual».

Cuenta haber recibido «el don» de su madre, «que leía las cauríes» (adivinación con caracolas), y de su padre que era un imán.

Formado en un colegio coránico y después por brujos en el oeste de África, su reputación despega en Costa de Marfil, cuando un político al que «ayudaba» llegó a ser ministro.

Instalado en Francia desde hace más de 10 años, Cheick Issa, que dice que tan solo cobra sus desplazamientos y las plantas llegadas desde su país de origen, recibe en su mayor parte a personas de las comunidades africana, magrebí, india y franceses.

«Las personas no hablan cuando vienen por primera vez», explica. «Me toca a mí adivinar». Son personas que tienen «problemas en sus casas», de salud, en el trabajo o para encontrar «el gran amor».

«EFECTO PERFORMATIVO»

En su mayoría originarios del oeste de África donde es común consultarlos, estos sanadores del alma han sabido adaptar su trabajo en Francia a la demanda de una sociedad desorientada por las crisis, problemas sociales y cambio de valores.

Ocupan el rol que para otras personas tienen psicólogos, hipnotizadores o videntes.

Hombres y mujeres de todas las edades, sin papeles, diplomados, en paro, profesores, «la clientela de los brujos parisinos atraviesa el conjunto de las capas sociales», anota Kuczynski en su libro referencia ‘Los brujos africanos en París’.

En una investigación de 2022, IFOP destaca que «lejos de ser el fenómeno oscuro y marginal que se podría imaginar, la creencia en lo paranormal y las supersticiones constituye un fenómeno mayoritario al alza».

Incluso hay brujos que anuncian que hablan también español y según morabitos en Francia consultados por la AFP tienen clientes de orígenes portugueses y españoles, especialmente mujeres con problemas amorosos o de trabajo.

«Los brujos tienen dones particulares e inteligencia emocional. Saben entender los desórdenes de sus clientes por medios que no son necesariamente los de la terapia sino una forma de ritual donde ayudan a resolver las situaciones», explica a la AFP Marie Miran-Guyon, antropóloga en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (EHESS).

«¡Y en cierto modo funciona! Efecto placebo o no, a partir del momento en el que las personas creen, tiene un efecto performativo».

Acerca de Dulcelis Vargas

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